En Abril de 1736, fecha de las erupciones volcánicas, un franciscano, el P. Guardián, convoca y calma al pueblo para organizar una rogativa portando la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, y dirigirse al encuentro de las corrientes de lavas. La fervorosa procesión se situó en la Montaña de Guiguán y allí prometieron solemnemente construir una ermita a la Señora si ella conseguía contener la desolación que se estaba consumando. Un individuo decidido y valiente, abrazado a una cruz de tea, se adelantó cuanto pudo al hirviente magma y clavó la cruz mientras los presentes lloraban y rogaban con fe titánica. Cuando el río de lava llegó a los pies de la cruz, aquél se detuvo, dejando de sepultar nuevas tierras y desviándose hacia las petrificadas escorias de anteriores erupciones.
A partir de ese momento todos los vecinos, ricos y pobres, se afanarán por edificar la ermita prometida en aquellas casi ya lejanas fechas de angustia y desolación. La terminación de la obra duraría alrededor de 10 años. Desde el milagroso acontecimiento que corrió de boca en boca por toda la isla, la devoción hacia la Virgen de los Dolores mostraba a vecinos aportando limosnas para el culto y conservación de la ermita, bien en dinero, productos del país o cesión de terrenos.
La ermita con el tiempo estaba tan deteriorada que tras varias restauraciones en Junio de 1988 decidieron trasladarlo todo a la parroquia de Tinajo. A las dos horas se derrumbó la ermita, como si hubiera estado esperando a que sacaran a la Virgen.A partir de entonces la Virgen pasó a ser la Virgen de los Volcanes y se mantiene la tradición acudiendo todos los Septiembres a esta parroquia desde todos los puntos de la isla, incluso desde otras islas convirtiéndose en una gran fiesta de devoción y sentimiento canario:
Fuente: Web de Lanzarote
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